
Hasta ahí eso no tiene nada de malo. El asunto es que habiendo tenido la oportunidad de compartir el evangelio, no lo hicimos. Probablemente nos excusemos que no había tiempo y que las comisiones no permiten compartir La Palabra. Tal vez todo eso es cierto, pero una verdad es real, que nos hubiera gustado ser más agresivo con la proclamación del reino.
Horas antes de su muerte, pedí oraciones por él. Varios colegas contestaron positivamente, pero Alvaro se fue y tal vez, para siempre. Quedará en nuestra conciencia la verdad de los hechos. De ahí la urgencia del evangelio para con todas las personas.
CESAR SANCHEZ MARTINEZ / Periodista
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